Google fue de los primeros en invertir en unas gafas inteligentes, las Google Glass, una gafas que Google dejó en segundo plano para enfocarlo al mundo empresarial (al igual que las Hololens de Microsoft) debido al riesgo para la privacidad que suponía integrar una cámara en su exterior, por no hablar del extraño diseño que mostraba.
A pesar de que Google dejó el proyecto en segundo plano, el fabricante canadiense North trabajó en la misma idea pero sin incorporar una cámara además de darle un aspecto de gafa tradicional al uso. Los cristales de estas gafas reflejan las notificaciones, notificaciones con las que podemos interactuar a través un anillo que forma parte del conjunto.
Todo esto está muy bien, pero desde diciembre de 2018 cuando abrió su primer showroom, apenas ha puesto en el mercado 1000 pares de gafas inteligentes (cuestan cerca de 1.000 dólares). A finales del año pasado, tuvo que despedir a más de 500 empleados y poner el cartel de se vende antes de que se quedaran sin dinero.
Google, se interesó por el proyecto, y según afirman el medio Globe and Mail, ha pagado 180 millones por la empresa y las patentes, lo que realmente se le interesan a todas las empresas tecnológicas. Es probable que la intención de Google no pase por este tipo de gafas sino por una patente más interesante.
Estamos hablando de un sistema de control neuro-muscular denominado Myo. Myo es una especie de brazalete que situamos en el antebrazo y que interpreta los movimientos que hacemos, tanto con el antebrazo como con la mano, para responder de una forma u otra.
A pesar del anuncio del acuerdo entre Fitbit y Google, este todavía no se ha formalizado, ya que están esperando el visto bueno de las autoridades reguladoras anti monopolio. ¿Veremos una gafas inteligentes bajo la marca Fitbit? El tiempo lo dirá.